Mensaje después de la muerte.
Sé que ahora estáis asombrados y curiosos por este mensaje que vais a ver y escuchar en el tanatorio, y que Alina ha cumplido mis instrucciones al pie de la letra, así que también lo subirá a mi canal de Youtube, mi página de Facebook y al Pajarillo volador de Twitter. No creo que se convierta en viral, porque no seré famoso ni después de muerto, y lo verán solamente, los que deban verlo.
Cuando estéis mirando y escuchando, será algo sobrecogedor y seguramente más de uno se sentirá intranquilo. ¿Quiénes habéis venido a mi funeral, acaso mis familiares cercanos, mis amigos. Algún que otro familiar de algún amigo? Pues seguramente es así como debería ser y no de otra manera, y cada persona que me escucha tiene un motivo que no conoce, pero no hay casualidades.
Lo que está en ese ataúd es un traje muy valioso que utilicé muchos años, y que lo diseñé especialmente para este viaje. Con él pude oler la hierva mojada cuando era niño, el aroma de los geranios y el cuello de la mujer amada, pude saborear el dulzor de una guayaba, sentir la caricia de las mantas en el invierno, las gotas de agua resbalando por la piel mojada.
Un traje que cuidé con esmero y aprendí a remendar con emociones sanas, que llevé a lavar con rocío de la montaña y el sonido de la cascada. Y la música del viento en la copa de los pinos, muchas veces puso a punto. ¿Os dais cuenta que vuestro traje sirve para dar abrazos y reír tumbado en la yerba boca arriba? ¿Sois conscientes de que podéis experimentar con el, la compasión, la bondad y la ternura?
No quiero abrumar mucho con sermones e ideas que a estas alturas, no tienen ni siquiera un cuerpo material que las respalde, y tal vez quieran saber de donde salía el gozo de vivir de mis últimos años. ¿De verdad queréis que os lo cuente o que se vayan conmigo a otro plano, donde ya no podre hablaros?
El gozo de vivir es diferente de la risa, que dicho sea de paso es muy buena, diferente de la sensación agradable de conseguir algo, del hormigueo en el cuerpo por algún logro. No tiene nada que ver con experiencias sexuales, con acariciar el pie diminuto de un nieto. El gozo de vivir es una aplicación que se descarga en el silencio, en la magia de la atención plena.
Es encender una vela en la oscuridad y hacer que se esfume el miedo a vivir, el temor que tiene vuestro yo pequeño, de no ser perfecto. El gozo de vivir viene de reconocer que hay una inteligencia a la que no tenéis acceso, que no es lógica desde la perspectiva limitada de estar en ese traje de que os he hablado.
No estaré mucho tiempo en la abundancia de la nada, en la sutil esencia del ser maravilloso que somos, así que vendré pronto de nuevo a conocer otra familia, acunarme en los brazos de otra madre. Vendré pronto a aprender un idioma, a caerme y levantarme aprendiendo a andar. Estad alertas, que vendré pronto a seguir amando.