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Contaminación ambiental, la otra cara de la pandemia

Lastimosamente la contaminación ambiental es otro punto negativo provocado por la consolidación de la pandemia

La contaminación ambiental es otro de los efectos nocivos que a traído consigo la pandemia por COVID-19. Desde el año 2020, es evidente que el porcentaje de desechos tóxicos sanitarios se duplicó exponencialmente.

No solamente es un factor que daña severamente el medio ambiente, sino que afecta en la salud pública. Aunque no lo parezca, diversas enfermedades concomitantes pueden aparecer.

Organización Mundial de la Salud: advertencias sobre los "desechos pandémicos"

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó un comunicado sobre lo preocupante de los desechos sanitarios dejados por la pandemia. Un enorme problema de salud pública que pone en peligro tanto vidas humanas como a la flora y fauna del planeta.

Según la base informativa del principal ente de salud internacional, entre 2020 a 2021 los residuos plásticos alcanzaron cifras alarmantes. Más de 85.000 toneladas en basura fueron estimadas y relacionadas con el ámbito de la COVID-19.

Como es de imaginar, los productos principales son mascarillas de bioseguridad y guantes quirúrgicos. Despojos que, incluso, ya colman el océano en toda su extensión, infligiendo mayor daño a la fauna acuática.

Todo esto sin contar más de 730.000 litros de contenido químico en forma líquida. Restos que son arrojados a vertederos comunes cuya afluencia final es el mar. Tampoco se suman las 144.000 toneladas de basura asociadas a jeringas, agujas y contenedores de seguridad.

Consecuencias de salud ante la exposición a los residuos sanitarios

Tanto la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como la OMS reconocieron una estrategia fallida para el manejo de la pandemia en su otra cara.

Más allá de la rápida respuesta contra la prevención de la enfermedad, dejaron de lado el punto de la limpieza. Si bien se enfrascaron en proporcionar equipos de bioseguridad acordes contra el virus, no dotaron de material protector para la movilización de los desechos sanitarios.

Sin el equipamiento específico, los trabajadores se ven acorralados frente a complicaciones por exposición a residuos

Se prevé que el 30% de los establecimientos de salud pública no disponen de trajes de seguridad para su personal. De ese modo, no son capaces de maniobrar ante la enorme acumulación de restos tóxicos o químicos, producto de la pandemia.

Un dígito que no se compara con el 60% de ineficiencia en ese apartado en países menos desarrollados. Lugares donde, obviamente, la exposición a las consecuencias es mucho mayor. Por lo tanto, resulta conveniente repasar cuáles son las más temidas:

Lesiones por objetos punzocortantes

Los objetos punzocortantes, en el campo sanitario, hacen hincapié en agujas, bisturís, lancetas, entre otros. Si la persona quien los deseche no está bien protegida, corre el riesgo de ser afectado con una lesión percutánea.

Esta clase de productos son de uso único por cada paciente en el que sea aplicado. Una vez que cumplen su función, de inmediato son lanzados a la basura en su contenedor específico.

En líneas generales, son entes que no solo pueden producir traumatismos graves, sino transmitir enfermedades infecciosas. Desde el VIH o SIDA, hasta hepatitis, psoriasis, y un largo etcétera.

Quemaduras

Las quemaduras son ese tipo de lesión traumática que ocasiona complicaciones tanto locales como sistémicas. Por si no se sabía, la piel no es la única implícita en lo concerniente al daño provocado por ellas.

Si no se porta un equipamiento oportuno, la exposición a desechos tóxicos o químicos cáusticos es un peligro latente. Son capaces de originar quemaduras importantes, incluso del mayor grado posible.

Evitar quemaduras de este estilo representa la diferencia entre la vida y la muerte

A largo plazo, el daño irreversible de los tejidos de la piel es una consecuencia casi mortal. La instauración del edema generalizado, hipotensión y otros concomitantes, se juntan para llevar al paciente a la muerte.

Microorganismos patógenos

Es común que microorganismos patógenos invadan los residuos sanitarios. Para su manipulación, la persona consta de guantes especializados sumado a una traje de bioseguridad especial. De no ser así, el contagio con alguno de estos agentes infecciosos es una certeza casi absoluta.

Bajo esa perspectiva, se trata de un ambiente saprófito idóneo para el crecimiento bacteriano principalmente. No obstante, la basura no está exenta de adquirir protozoarios, hongos y hasta la prevalencia de ciertos virus como el mismo SARS-CoV-2.

Afección de vertederos y suelos cercanos

La mala estrategia en la eliminación de estos restos pregona la contaminación de vertederos comunes y suelos cercanos a poblaciones residuales.

Con el tiempo, la materia tóxica se combina tanto con el agua como con las tierras, provocando deterioro ambiental considerable. Asimismo, los alimentos cosechados y los líquidos consumidos describen altas probabilidades de estar contaminados.

De prolongarse la ingesta, el riesgo de intoxicación por despojos químicos nocivos es inmenso. Resulta en fallas orgánicas graves que, de no modularse como emergencia, produce la muerte en breves instantes.

Enfermedades por plagas

Un mal manejo de los basureros con residuos sanitarios promociona un hábitat perfecto para el cultivo de plagas. Insectos, roedores y diversas especies potencialmente en sus facultades para transmitir enfermedades zoonóticas.

La más temida de todas es la leptospirosis o, en otro rubro, la salmonela. Al mismo tiempo, vale la pena mencionar algunas menos comunes como la toxoplasmosis o infecciones por hentavirus.

El surgimiento de plagas es otro condicionante derivado de una mala estrategia de limpieza sanitaria

Como aditivo, está comprobado que los problemas respiratorios como el asma o la bronquiolitis están ligados a un factor alérgico proveniente de los insectos. Una diatriba que debilita el sistema ventilatorio, haciéndolo más propenso a secuelas graves de la COVID-19, si se presenta el caso.

Por si fuera poco, la enfermedad de chagas o tripanomiasis, es otra patología que no puede olvidarse. En conjunto con las afecciones del tracto intestinal por parásitos, también es bastante habitual en general.

Un escenario cada vez más difícil de desmontar

Habiendo expuesto las consecuencias en humanos, es igual de prudente resaltar las referentes al medio ambiente. El desecho sanitario por la pandemia aumentó deliberadamente los inconvenientes de la humanidad y la contaminación.

En el año 2020, se contabilizaron alrededor de 1.500 millones de mascarillas quirúrgicas al océano. Este desastre ecológico produjo la grave pérdida de hasta 100.000 mamíferos en especies variadas.

Aunque la ONU y la OMS ya están trabajando en un plan estratégico, el escenario es difícil de desmontar. La enorme cantidad de toneladas acumuladas en despojos de salud resulta casi imposible de solventar con recurso humano básico.

La misma ONU predice que entre el 70 al 75 por ciento del plástico empleado para materiales de bioseguridad, culminarán en los mares. Un dígito que agravaría el horizonte en cuestiones del cambio climático como tal.

Por los momentos, las campañas para el fomento y uso de mascarillas reutilizables están en proceso. No obstante, no se antoja como una medida trascendental ni útil. Si no existe un esfuerzo conjunto mayor, el equilibrio armónico entre naturaleza y humanidad podría romperse.

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Estudiante de Medicina. Redactor SEO, creador y diseñador de contenido para redes sociales con más de 3 años de experiencia.

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