España sin presidente.
Desde que me propuse emigrar de Cuba, en el proceso de toma de la decisión hacia dónde hacerlo, supe que España sería mi elegida. No voy a enumerar una por una las razones, y solamente me referiré a algunas:
El castellano es mi lengua natal y, salvo el acento y el lenguaje popular, que también cambia en diferentes regiones de España, por lo que no tengo problemas de barrera de idiomas.
España es uno de los países de La Unión con mejor clima, o al menos más parecido al mío en la Isla, especialmente cerca del Mediterráneo, donde vivo.
La Seguridad Social aquí está reconocida como una de las mejores del mundo y puedo dar fe de ello, lo cual es importante para una persona que emigra con más de cincuenta años como fue mi caso.
Por otra parte aquí en España hay mucho por hacer en el desarrollo de la economía y una persona emprendedora, que tiene valor para invertir, con deseos de aprender y humildad para hacerlo, puede llegar a tener mucho éxito, dadas las potencialidades de este país.
En este momento hay una crisis política en España, en la cual no me meto, ni loco que estuviera, y las crisis siempre son buenas, porque de ellas se sale fortalecido, son indicios de profundos cambios que se avecinan y esto es sin dudas un semillero de oportunidades para quienes sepan aprovecharlas.
Una de las dualidades que es más evidente en este mundo actual, es palpable en los proyectos de gobierno solidarios, que brindan oportunidades a todos, que hacen más leyes que favorecen a los que tienen menos, proyectos para no desamparar a los fracasados y que de alguna manera se engloban en la izquierda. Esos proyectos, si no buscan un equilibrio económico sólido, si no son el resultado de una acumulación de la riqueza material, están peligrosamente amenazados por la quiebra.
Por otro lado, los que cierran los ojos a los desfavorecidos y se encaminan solamente a apuntalar económicamente al país, son repudiados por las masas y vuelve a comenzar un nuevo ciclo. Todo parece apuntar en España a una etapa en que gobernará un partido de izquierda. Ojalá las riendas, que están siempre en manos de leyes ciegas, inherentes a la sociedad capitalista, obedezcan también, en momentos claves, al sentido común y la sapiencia.