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Los ojos de la víctima y el verdugo.

Última etapa de la vida.

Hoy he querido traerte a la sombra de estos árboles, apartados de miradas indiscretas de otros residentes y sus familiares. Tienes suerte sabes, porque eres uno de los pocos que recibe visitas los fines de semana.

¿Te acuerdas cuando nos casamos bajo aquel temporal? ¿No? ¿Recuerdas que me dijiste que a partir de entonces tendría que hacer caso a todo? ¿No, no te acuerdas, mi José? Era cuando en España llovía a cántaros y la miseria de la guerra se escurría por los tejados junto con los aguaceros.

¿Te acuerdas que pusiste el bar y venías a las tres de la madrugada a tumbarte con zapatos y todo a mi lado y yo me levantaba a calentar agua y mojar un paño para lavarte los pies? ¿Tampoco te acuerdas de eso? ¿No? Claro, te quedabas rendido enseguida.

Abuela.

¿Recuerdas que una vez a la semana, sin más cortejo, sin una sola caricia, me despertabas antes de irte al bar, bien temprano en la mañana y pronunciabas esa orden como un sargento? ¡ponte! Y yo me ponía. ¿No mi rey, de veras no te acuerdas?

Y los niños con zapatos raídos y yo con un vestido antológico, comprado a plazos antes de que el anterior me fuera a dejar desnuda por completo. De eso si te acordarás, ¿verdad? ¿Te acuerdas del día que me empujaste, con tan mala pata, que mi cabeza tropezó con el cerrojo de la ventana y tuvieron que coserme el pellejo del cráneo como si fuera un remiendo? ¿También te has olvidado de eso?

Machismo.

Luego los años pusieron el pie en el acelerador y vinieron los hijos y luego no pararon de llegar nietos y ahora tenemos un importante patrimonio y una familia numerosa. He de reconocer que has dejado en ese bar, los días y meses de tu vida. Hasta que dejaste una noche la llave puesta en la cerradura y comenzaste a titubear para donde ibas y otra mañana no sabías donde estaba el bar, ni quién era uno de los camareros.

Entonces nuestros hijos se reunieron y decidieron que aquí donde estás, estarás mejor y más atendido y te mantendrán limpio, alimentado y seguro. Vengo a verte los fines de semana y ahora ya no me riñes por ningún motivo. Te veo indefenso y confundido, ni siquiera sabes quien soy, ni creo que sabes quién eres.

Perdido.

Ahora sé que el desamor, el miedo y el egoísmo te han quitado la memoria, sé que el menosprecio a los demás te ha pasado factura y vivir pensando solo en ti, te ha calentado la mollera, por eso he venido hoy a decir cara a cara, y aunque no lo entiendas, ni recuerdes nada, también he venido a decirte que jamás me pasé a tu bando, al de los egoístas y sinvergüenzas y tal vez por eso recuerdo todo, tan nítidamente

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Cubano, emigrante en España, disfrutando de esta parte de mi vida. Compartir es mi camino.

Percibo que soy más que cuerpo físico, mental y emocional. No se quien soy, pero SOY MAS, MUCHO MÁS!!