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Mensaje de madrugada.

Aquí te dejo el mensaje.

Son las dos de la madrugada y he amarrado la cuerda fuertemente a una de las vigas del puente, pero cuando he empezado a bajar atado por la cintura las dudas se vuelven enjambre de insectos que caminaran por mi espalda. El tarro con la pintura roja pesa mogollón y dificulta la estabilidad y el rodillo es largo y entorpece los movimientos. Debería haberme puesto las zapatillas negras en vez de estos zapatos de suela gorda que resbalan.

Mientras bajo, las ideas dan vueltas en mi cabeza como esos abejorros alrededor de las farolas de la calzada: ¿dónde comienzo a ser auténtico y termino siendo ridículo? ¿Dónde está la parte más alta de mí sentido del humor y la más baja de mi estima? ¿Será verdad que me he quedado como un esquimal en El Caribe sin mi novia; que pasaré el resto de mi vida buscando debajo de las piedras una complicidad como aquella?

La paciencia que tiene para escuchar y la mirada de mañanita de mayo, donde no falta nunca aquella sonrisa para que yo sienta paz y armonía. Y mira que había rozado pelvis de mujeres a partir de los veinte, como quien abre cajas de regalo vacías, o si a caso con esa mezcla de tristeza y desamparo que dejan los encuentros furtivos, hasta que apareció ella con sus no me da la gana, aunque me gustas mucho cabronzuelo de todos los demonios.

Al fin he logrado escribir Por favor y me invade la satisfacción de imaginar su carita de sorpresa y la sonrisa que tanto amo, al descubrir nuestro código de señales. Sé que me juego la última carta, que si con esta locura que hago por ella no reacciona, será el fin.

Entonces pienso en mis dedos peinando su pelo, y el misterio de su boca revolcándose en la mía y sus senos tibios y duros espantando el frio de la madrugada y me doy cuenta que el miedo de despeñarme por esta barranca, no es nada comparado con el de perderla, ni la rabia de imaginar que en un pestañazo tendrá otro amor allá en su tierra de palmeras y cotorras.

Un amante menos blancuzco y frio que nosotros los europeos, aunque dice que eso no importa y no es bueno generalizar cosas humanas, que los pigmentos de la piel y el carácter son cosas diferentes. Quién sabe si ha logrado embotarme el cerebro con aquella mezcla de ternura e inocencia, y de pronto tengo dudas si la pintura roja reflectante que he comprado hará el efecto que espero.

Tampoco estoy seguro que la cantidad sea suficiente porque las letras han de ser grandes para que se vean desde la calzada. La cuerda me molesta en la cintura y he escuchado una sirena. Seguramente alguien ha avisado a los bomberos que hago el loco en el puente norte colgando de una cuerda como un Romeo escapado de alguna leyenda.

Escalando.

Puede que tenga razón mi amigo Manu y Yo ahora este empantanado en ese lodo pegajoso de las separaciones y no pueda ver con claridad que Alina es una chica común y corriente, con el pelo negro ensortijado cayéndole sobre los hombros desnudos y los ojos verdes. Puede que su acento latino y tan melosa me estén haciendo la puñeta de todo este desespero y no me dé cuenta que unas semanas después puedo descubrir la otra mitad de la dichosa naranja que buscamos.

Mango bizcochuelo no te vayas me ha quedado con menos caligrafía por el apuro y la pintura se me está acabando. Escucho el ruido de otras sirenas y he visto siluetas moviéndose arriba que dicen algo por megafonía pero no logro entender bien porque el aire sopla fuerte. Total, si las cosas malas siempre pasan, como las rachas de viento en sus tormentas tropicales y no importa que los dos nos hayamos quedado sin trabajo y que una tras otra las puertas se hayan ido cerrando.

Discusiones.

Lo que no debería haber dicho nunca aquella noche que nos enfadamos fue que una de las grandes razones por las que estamos tan jodidos son Ustedes. Fue como si le hubiera dado una bofetada y me dolían más sus lágrimas rodando mejilla abajo y sus historias de barcos de vela que llevaron a su bisabuelo y los tambores de los negros africanos.

Y es que tampoco creo que sea ésa la razón verdadera, porque bien sabe que nos hubiéramos apretado el cinturón hasta donde fuera necesario y esto no sería más que un nuevo reto, un río crecido y al otro lado la yerba verdecita. La verdadera razón es mi falta de pantalones porque jamás me he atrevido a decirle lo que realmente significa para mí y me he refugiado en los miedos y el machismo con esa coraza que tan mal me queda.

El aire ha aumentado y el frio me está matando. No siento las manos por el esfuerzo para sujetarme y allá arriba han encendido faros que me ciegan. Un bombero viene bajando mientras no para de hablarme, pero no entiendo lo que dice por el aire.

Antes que llegue habré terminado de escribir esa frase que debería haberle repetido muchas veces, y haberme quitado mi disfraz de tipo duro, de que ahora lo que está de moda es vivir sin compromisos y de pronto siento que hace falta más valor para aceptar esa verdad que para estar aquí colgando en medio de la madrugada, escribiéndola. Ahora sé que las crisis también sirven para aprovechar hasta la última gota de pintura que queda en el tarro y escribir desde el corazón: ¡vamos a amarnos más carajo!

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Cubano, emigrante en España, disfrutando de esta parte de mi vida. Compartir es mi camino.

Percibo que soy más que cuerpo físico, mental y emocional. No se quien soy, pero SOY MAS, MUCHO MÁS!!