A propósito del día de la mujer.

Mujer

Después de la palabra mujer los adjetivos sobran porque ellas vienen al mundo con lo que Dios manda. Vienen a Ser y basta, con la magia de sus vientres para que no quepan dudas.

Ella vestía de largo, con un delantal eterno y era capaz de jugar a ser la única pasajera de mi tren de taburetes, puestos en fila en la cocina. Pasó la noche entera, antes del día de reyes, con su máquina "singer" diseñando un traje de pelotero con sacos de azúcar blanca, para mostrarme que existen milagros envueltos en papel de regalo, por la abuela.

Y del zurrón de su ternura vengo, de la fertilidad húmeda en sus entrepiernas, del corazón sempiterno que para de latir, y para amar es eterno. De la huella que su dulzura dejó en mi pecho masculino, por más señas.

Los ojos divinos que me dió una mujer, han aprendido a ver lo femenino hasta en las piedras, oídos para escuchar música y el suave susurro del viento en las ramas del almendro; tacto en las manos que sean frontera de estremecimientos, canguros atrevidos sobre el teclado para que pueda el corazón escribir sus lamentos; voz para susurrar poemas al oído, cilios olfatorios para descubrir el perfume en el cuello de mi amada; lengua para gustar manzanas y sus mieles.

Me rodean los brazos de mi abuela, la mano de mi madre para mitigar dolores y aspavientos, aún puedo sentir el diminuto peso del cuerpo de mi niña la primera vez que la cargué, el primer llanto de mi nieta, anunciando que era posible un palmo más de ternura en el mundo. Golpean sin cesar en mi pecho los latidos del corazón de mi amada cuando la abrazo ¿qué más podría reclamar al Universo?

Si el mundo es feliz, la principal culpa la tienen las mujeres.

Gracias por vuestra presencia.