Bebidas energéticas: ¿buenas o malas?
Las bebidas energéticas o energizantes son un tipo de producto altamente demandado e ingerido en todo el mundo. No cabe duda que su popularidad ha aumentado progresivamente hacia niveles importantes.
En retrospectiva, la base de su fama se cimienta es las "ventajas" que acarrea su consumo. Tales beneficios son pintados como milagrosos, sobre todo para quienes poseen rutinas extremas. Pero, ¿realmente son buenas?
Los detalles más específicos sobre las bebidas energéticas
Para empezar, son catalogadas como parte fundamental de la columna vertebral del mercado de bebidas. Tan solo el último sondeo realizado por organismos comprobados concluye que el 20% de las ganancias proviene de los energizantes.
Como tal, las bebidas energéticas están aprobadas son y de comercialización libre, vendiéndose con una meta principal.
La misma corresponde a combatir los síntomas del cansancio y la fatiga, asegurando mayor productividad durante la rutina diaria.
Los componentes que integran la mezcla otorgan el beneplácito para superar situaciones estresantes. Incrementan el grado de actividad cognitiva, provocando que el individuo esté alerta al ciento por ciento de sus capacidades.
El verdadero impacto de los energizantes en la sociedad
En el transcurso del 2011, la EFSA (European Food Safety Authority) reveló detalles alarmantes que se mantienen en vigencia. Mediante un estudio clínico realizado en los países de la Unión Europea, identificó la población propensa al consumo de energizantes.
Los datos arrojados revelaron que más del 65% de consumidores eran personas en edad adolescente.
En el segundo lugar, los adultos jóvenes ingerían tales bebidas en el 30% de los casos. Por último, con un 18% de evidencia, los niños también estuvieron en contacto con energizantes.
Otro estudio repetido en Latinoamérica concordó en resultados casi idénticos.
Aproximadamente el 64% de individuos entre los 15 a 25 años compraba activamente estos productos. De ese porcentaje, se derogó que más del 80% los combinaba con sustancias alcohólicas o psicotrópicas.
Los motivos especificados variaron entre el hecho de conseguir mayor estimulación hasta el gusto por el sabor. Otros simplemente aclararon circunstancias sociales o una alternativa eficaz para no padecer los efectos adversos del alcohol.
De la mano de su libre comercialización, rápidamente el fenómeno que rodea su consumo se expandió. Desde el año 2008, la industria de energizantes conserva una ganancia promedio de 29 mil millones de dólares.
¿Te has preguntado cuál es su composición?
Un error común de la cotidianidad es pensar que las bebidas energéticas solo están conformadas por cafeína. Lo cierto es que desde principios de los años 1900, han venido variando en cuanto a su composición.
Dicho de otra manera, la cafeína en altas concentraciones no es el único elemento a destacar. En contraste, se manejan más de 300 tipos de bebidas energizantes, cada una con un sello y preparación característica.
Aun así, se pueden resumir los ingredientes más comunes en compuestos como taurina y L-carnitina, aminoácidos particulares. Algunos prospectos reemplazan la cafeína por guaraná, pero cuya diferencia no es esencialmente marcada.
Cada gramo de guaraná es equivalente a 37 mg de cafeína, por lo cual no cambia demasiado su estructura. Adicionalmente, carbohidratos como glucunorolactona y la glucosa ocupan un puesto presencial.
Cabe destacar que la glucosa es agregada en concentraciones sumamente elevadas dentro de los energizantes. En efecto, algunas bebidas en sus descripciones ni siquiera mencionan la cantidad específica que se utiliza.
Otras presentaciones incorporan sustancias como ginseng y diversos extractos yerbales aromáticos que varían según el fabricante. Normalmente, la suma de vitaminas, sobre todo del complejo B, también están presentes en la mezcla.
Dentro de ese mismo orden de ideas, se debe tener especial cuidado con aquellos productos que no identifiquen sus ingredientes.
En ocasiones, algunos de ellos solo plasman "mezcla energizante" como resumen a su composición, por lo que sus aditivos son indeterminados.
Bebidas energéticas: Desventajas descritas por la evidencia científica
El principal problema que gira en torno a las bebidas energizantes es su alta concentración de cafeína y azúcar. Un producto promedio posee entre 100 a 600 mg de cafeína más 60 a 100 gramos de glucosa.
Por ende, su consumo indiscriminado y sin límites da rienda suelta a manifestaciones contraproducentes para la salud. Y, gran parte de ellas, deriva de las intoxicaciones por cafeína.
Paradójicamente, la sociedad parece ignorar que es una problemática muy tangible.
Contrario a la evidencia científica, se piensa de manera errónea que la ingesta de cafeína es "normal" y "muy beneficiosa". Sin embargo, es un argumento cegado del verdadero escenario:
La intoxicación por cafeína genera alteraciones cardiovasculares marcadas como taquicardia, hipertensión arterial y arritmias. Del mismo modo, la esfera respiratoria puede verse afectada con desequilibrios en la ventilación.
Se relaciona estrechamente con déficits cognitivos y del sistema nervioso central. Por consiguiente, se traduce en cefaleas, irritabilidad, ansiedad, insomnio, convulsiones y espasmos musculares.
Igualmente se destacan las descompensaciones gastrointestinales con sintomatología diversa. Algunas de ellas como mareos, náuseas, vómitos, diarreas o reflujo gastroesofágico simbolizan los casos con mayor recidiva.
Las intoxicaciones por cafeína complican cuadros clínicos subyacentes como enfermedades psiquiátricas u otras condiciones cardíacas. De no tratarse efectivamente, pueden ocasionar daño hepático severo, isquemia cardiaca, rabdomiolisis, insuficiencia renal o la muerte.
Entonces, ¿las bebidas energéticas son malas?
La lógica da a entrever a simple vista que las bebidas energéticas son malas, pero no todo es un panorama grisáceo. Al contrario, se ha demostrado que su consumo bajo ciertos límites, no condiciona la salud en lo más mínimo.
Pero, es importante aclarar que las bebidas energizantes no cuentan con ningún beneficio terapéutico o farmacológico. En ningún grupo etario se concluyó que el consumo de estos productos mejore algún padecimiento de salud subyacente.
Otro punto de vista que vale la pena desmentir es la eficacia contra los efectos del alcohol. Diversos ensayos y estudios clínicos concretaron que no existen diferencias significativas.
Es decir, la verdad es que se genera una percepción subjetiva de que las consecuencias supresoras del alcohol son contenidas. Lo que, a la larga, produce una sensación de "falsa alerta".
En lo concerniente a sustancias psicotrópicas en adición a los energizantes, sí se incrementa el riesgo de intoxicación. Componentes de las anfetaminas, cocaínas y sus derivados, pueden reaccionar cruzadamente hasta provocar un daño orgánico severo.
Como conclusión, está claro que las bebidas energéticas son una práctica habitual en todo sentido.
Pese al tabú que rodea su nombre, la salud del individuo no se ve afectada si se toman las previsiones necesarias. Gracias a ello y la información necesaria, estará fuera de peligro.