10 alimentos que no debes congelar

Congelar alimentos es sin duda uno de los métodos más apropiados para evitar el despilfarro de alimentos y poder tener un pequeño stock siempre a nuestro alcance.

A veces, por prisa o porque no sabemos lo que podemos o no conservar, terminamos poniendo en el congelador cualquier tipo de alimento, con la esperanza de que permanezcan frescos y sabrosos.

Por desgracia, hay varios alimentos que debemos consumir sólo cuando son frescos y congelarlos reduciría el sabor y los valores nutricionales que los caracterizan.

Alimentos que no debes congelar

Los alimentos ricos en agua, como los vegetales de hojas verdes, una vez congelados, pierden mucho de su sabor original.

Eso es debido a los cristales de hielo que los cubren, y una vez descongelado, rompen las células de las que están hechos y alteran su composición.

Ahora te estarás preguntando, ¿cómo es posible encontrar en los grandes supermercados cualquier tipo de comida congelada? Porque en el proceso de congelación industrial, los alimentos están sujetos a procedimientos muy diferentes a los de los caseros. Por esta razón, puedes comprarlos y degustarlos como si fueran frescos.

A continuación, te decimos qué alimentos debes evitar congelar a toda costa:

Papas

Son geniales hasta después de mucho tiempo. Entonces, ¿por qué congelar papas? Este vegetal es uno de los más duraderos que encontramos en la naturaleza, después de cosecharlo puede soportar hasta tres meses si se almacena en un lugar fresco, seco y a media luz, porque si se coloca en la oscuridad germinará.

Por esta razón, es mejor no congelar patatas crudas y mucho menos cocidas. Porque una vez descongelada resultará pastosa. Los cristales de hielo dejan las patatas insípidas y quitan la textura crujiente típica.

Ensaladas y vegetales verdes

Las verduras y las ensaladas de hojas verdes cuando congeladas pierden mucho de su sabor y sus nutrientes. Cuando decidas comer las verduras congeladas en el freezer de casa, encontrarás las hojas muy amarillas y blandas para usar.

El congelamiento casero quita toda la crujiente y frescura de las hojas, típico de una gran ensalada verde. También es mejor evitar almacenar apio y pepino en el congelador, porque sucede lo mismo.

Tomates

Lo mismo vale para los sabrosos tomates. De hecho, una vez que se retiran del congelador y se ponen a temperatura ambiente, se ablanda. Sin embargo, si es absolutamente necesario congelarlo antes de consumirlo, sería mejor calentarlo con agua caliente o incluso cocinarlo.

Nata y queso

Mejor no congelar el queso. Lo correcto sería conservarlo al vacío en el refrigerador. Así no pierde el sabor y se conserva más de lo normal. No congelar ni la crema batida. Si deseas reutilizarlo es mejor mezclarlo con comida que debe prepararse o cocinarse.

Frutas

Dado que las frutas son muy ricas en agua, es muy difícil preservar sus características naturales mediante la congelación casera. De hecho, las que contienen más líquidos, como los melones y las sandías, formarían un cristal de hielo único, arruinando completamente el sabor y la textura.

Huevos

Nunca pongas huevos en el congelador. De hecho, el congelamiento volaría la cáscara, sacando el líquido de adentro. Para los huevos cocidos, el problema es diferente: una vez descongelados, la textura se convierte en goma y el sabor insípido.

Salsas y aderezos

Como consecuencia, las salsas preparadas con huevos resuenan los cristales de hielo. Las temperaturas bajas arruinan tanto la consistencia y el sabor.

Leche

Si se congela la leche, es mejor usarla después de la cocción y preferiblemente mezclada con otros alimentos. Porque al traer la leche a su temperatura ambiente sufre cambios en su forma y cambia completamente su textura.

Freír

Nada mejor que una deliciosa fritura, pero son alimentos que deben ser consumidos aún calientes. Los alimentos fritos ya pierden consistencia sólo con el aire del ambiente, imagínense si se congelan.

Masas y arroz

Seguro que ya has pasado de hacer pasta o arroz, y decides congelarlos para comer otro día. Probablemente son alimentos que no pierden la consistencia, pero para hacerlos sabrosos de nuevo, tendrás que añadir otros ingredientes.