¿Cómo reconocer los signos de un trastorno alimenticio en mi hija?
Los trastornos alimenticios son más comunes en los adolescentes o adultos jóvenes; específicamente las mujeres y niñas tienen más probabilidades de padecerlos, por lo que te mostramos aquellas señales a las que debes estar alerta.
Si sospechas de un trastorno alimenticio en tu hijo no dudes en pedir ayuda a un profesional de la salud mental, este tipo de trastorno es muy delicado, ya que puede incluso desencadenar en enfermedades graves e incluso la muerte.
¿Qué son los trastornos alimenticios?
Son afecciones que giran en torno a los hábitos alimenticios y tienen repercusiones graves en la salud. Los síntomas son variados dependiendo del tipo específico de trastornos que se presente.
Generalmente su aparición está asociada a factores genéticos que lo predispone o factores psicológicos y sociales.
Los factores que más incidencia tiene a la hora de la presentación de un trastorno alimenticio son los psicólogos, en muchas ocasiones estos se acompañan por baja autoestima, depresión y ansiedad.
Algunos de los factores de riesgo que puedes potenciar la aparición de los trastornos alimenticios son de índole psicológica como el estrés u otros trastornos mentales.
¿Cómo identificarlos?
Como mencionamos anteriormente los síntomas derivan del tipo específico de trastorno alimenticio que presente, sin embargo acá te presentamos una lista de las señales a las que debes estar alerta.
Saltarse comidas
Realizar dietas extremas
Mostrar preocupación constante por el peso
Preparar sus propios alimentos
Comer a escondidas
Aislarse
Tomar pastillas laxantes o suplementos dietéticos
Mirarse al espejo frecuentemente para monitorear el peso y estar inconforme al respecto
Realizar ejercicio excesivo
Presentar perdida de esmalte en los dientes
Pararse al baño durante o después de la hora de la comida
Expresar vergüenza o culpa por sus propios hábitos alimenticios
Tipos de trastornos alimenticios
Ya que tenemos una visión general de los posibles síntomas conoceremos los tipos de trastornos alimenticios.
Anorexia
Esta se caracteriza por una preocupación constante por aumentar de peso y un control exagerado por los alimentos que se consumen, llegando a pesar 15% menos del índice de masa corporal normal.
Las personas con anorexia tienden a tener su propia figura corporal distorsionada, por lo que se ven gordas cuando en realidad están realmente muy delgadas.
Pueden llegar a no consumir ningún alimento durante el día por la preocupación que aumentar de peso les genera.
Bulimia
La bulimia presenta también una preocupación por el aumento de peso, sin embargo la característica más resaltante en este caso es que se combinan atracones descontrolados de comida que luego generan culpa que deriva en la práctica de vomitar o purgarse.
Por lo general los atracones producen mucha vergüenza en las adolescentes que los padecen por lo que los ocultan.
Las personas con bulimia puedes tener un peso normal o incluso estar un poco por encima debido a estas conductas.
Trastorno de alimentación compulsivo
Es en parte similar a la bulimia, pero en este no se intenta disminuir la culpa induciendo el vómito o purgándose. Los atracones frenéticos de consumo de comida se contraponen a ayunos largos o periodos en los que no se consume ningún alimento.
Generalmente las personas que padecen este tipo de trastorno alimenticio tiene un peso por encima del adecuado y gran inconformidad con su apariencia física.
Trastorno de rumiación
Este es menos común que los tres anteriores y consiste en una regurgitación repetida de los alimentos consumidos.
Este puede terminar en desnutrición cuando la comida regurgitada es escupida y es más común en niños pequeños.
Trastorno por evitación de la ingesta
En este caso las personas evitan comer algún tipo de alimento por preocupaciones distintas al aumento de peso, evitan algunas texturas, colores o sabores.
¿Cómo debe ser el apoyo de la familia?
Es de vital importancia que si existen sospechas de que tu hija tiene trastornos alimenticios le insistas en consultar con un especialista.
Muéstrate dispuesta a escucharla y a validar su vivencia, es posible que no se dé cuenta de que necesita ayuda, pero no te rindas y hazle saber tu preocupación.
Refuerza su autoestima e intenta explicarle que los medios de comunicación tergiversan la información y que los cuerpos sin defecto no existen. Apóyala y acompaña en este difícil proceso siempre haciendo énfasis en qué es posible mejorar y seguir delante de una forma sana.
Felicítala por los avances que logré y brindarle contención en los momentos más difíciles o recaídas.