Visitas indeseadas
Vienes vestida de Princesa con zapatilla de cristal
A brindarme tu pócima en copa de plata
En la brisa de los atardeceres
El silencio de mis noches solitarias.
Vienes y casi siempre cierro mi puerta
No cabes en el resplandor azul
Que hay en el mar de mi nobleza
Te descubro siempre y te rechazo
Te venzo en sutil batalla que me deja exhausto.
Más hoy te dejaré pasar por un momento
Permitiré que me embarres de tu pesimismo viscoso
Que te burles de la ternura que cosecho
Dejaré que te sientes en mi entrecejo
Y soples el fuego de los desencuentros
Que siembres semillas de desconfianza en el silencio.
Hoy te dejaré pasar a mis aposentos
A empapar las arterias con el desamparo de las ausencias
Con el vacío que se adueña de todo
Cuando no está la risa absurda del amor genuino
Aquí tienes un billete de ida a vuelta al fondo de mi esperanza
A lo profundo de mis sueños de vivir acompañado de un amor auténtico
Seré tu anfitrión malparida tristeza
Para poder escribir este poema.