Conoce las implicaciones emocionales de la diabetes
La diabetes es una enfermedad crónica, es decir, que no existe aún ninguna cura; el tratamiento se basa en que la condición no empeore.
Y es precisamente está cualidad lo que puede hacer que las personas con diabetes sean más propensas a tener implicaciones emocionales dado su diagnóstico.
El cuerpo y la mente están altamente relacionados, y cuando sentimos que no estamos bien emocionalmente, esto se trasmite a nuestro cuerpo, que en el caso de las personas que sufren de diabetes causa un círculo vicioso en el que descuidan su salud por sentirse mal y se sienten mal por descuidar su salud.
Por eso, es común que las personas con diabetes sean más propensas a la aparición de síntomas depresivos, sin embargo esto no es exclusivo de las personas con diabetes.
Para entender mejor como funciona la relación entre la diabetes y la depresión te invitamos a continuar leyendo.
La biología de la diabetes y su implicación en la depresión
En un estudio realizado para conocer más sobre la diabetes se determinó que el 17% de las personas que padecían Diabetes Tipo 2 parecían estar deprimidas, frente al 9% de las personas con Diabetes Tipo 1.
Aquellas personas con diabetes tipo 2, a las que no se les recetaban como parte del tratamiento, sino que solo debían seguir una rutina de dieta y ejercicio reportaban tener peor calidad de vida que aquellas personas cuya diabetes era tratada con medicamentos.
También se encontró que había un mayor porcentaje de personas que tenían a presentar un estado de ánimo que tendía a la depresión, y que se sentían sobrepasados por la diabetes.
Estos datos son especialmente relevantes, ya que nos llevan a pensar en la relación existente entre la diabetes y la depresión, considerando que es de origen psicológico.
Es decir, que existe una influencia muy grande en como las personas con diabetes elaboran en su cabeza el significado de su propio diagnóstico y estas creencias y emociones asociadas, afectan e incrementan la probabilidad de síntomas depresivos.
El hecho de que sea una enfermedad crónica, hace sentir a las personas que sus esfuerzos no están dan dando frutos, ya que puede que siga progresando y aunque se logre detener el avance de la misma, esto no supone una cura, así que tendrán que vivir con el tratamiento de forma permanente.
Existe una vivencia de que están en peligro de forma constante, ya que puede presentarse alguna complicación en cualquier momento lo que causa un miedo al futuro.
Además a lo anterior se le suma en sentimiento de no poder hacer o comer algunas cosas de igual forma que las demás personas que le rodean.
La relación del distrés con la diabetes
Tomando en cuento todo lo mencionado anteriormente es común que algunas veces se sienta desanimado, preocupado, frustrado o cansado del cuidado de la diabetes.
Tal vez pues se ha estado esforzando mucho, sin embargo no ha observado resultados, o ya que le ha aparecido otro problema de salud pese a sus esfuerzos.
Aquellos sentimientos abrumadores son conocidos como distrés por la diabetes. Y tienen la posibilidad de llevarlo a descuidarse y tomar hábitos poco saludables como dejar de monitorearse o faltar a las citas médicas.
Esta situación les ocurre a la mayor parte de las personas con diabetes, incluso después de llevar un largo periodo de control adecuado de la misma, este puede asemejarse a la depresión o a la ansiedad y ha mostrado mejorar si se toma en cuenta:
No dejar de verse con su endocrinólogo. Concentrarse en una o 2 metas pequeñas con relación a su tratamiento de diabetes y reforzarse cada vez que lo haga bien.
Y unirse a un conjunto de apoyo para personas con diabetes y visitar regularmente a un especialista de salud mental que aborde enfermedades crónicas mejoran estás sensaciones displacenteras en las personas con diabetes.
¿Cuándo acudir a un profesional de la salud mental?
Es especialmente relevantes que se dirija a consulta psicológica si presenta los siguientes síntomas:
Sentimiento de tristeza o de estar “vacío”.
Estar irritable o con ansiedad.
Sentirse desesperanzado o culpabilizado.
Aquellas cosas que le resultaban gratificantes no interesan.
Gran dificultad para mantener la concentración o recordar detalles (cuando antes no era así).
Sentirse agotado en la ejecución de tareas que antes no cansaban tanto.
Complejidad para conciliar el sueño o, por otro lado, descansar en exceso.
Comer muchísimo más o mucho menos.
Tener malestar general, dolores de cabeza, de estómago y/o inconvenientes digestivos.
Tener pensamientos suicidas o haber llevado a cabo cualquier intento.