Un esclavo con muchos amos
Antonio es un esclavo que tiene muchos amos y cada uno le exige sin tener en cuenta a los otros.
La casa que tiene alquilada, su coche y los préstamos que le ha dado el banco para viajes y otros caprichos, son muy exigentes.
Me importa un rábano que Iván te haya pedido que asistas el jueves que viene a su fiesta en el cole. Sabes que tienes que ir a trabajar y no me vengas con historias.
Hay veces que los amos de Antonio se ponen de acuerdo para decir lo mismo y él obedece.
¿Querías un coche con tecnología de punta y dijiste que harías lo necesario para tenerlo? Pues aquí me tienes, ahora eres mi esclavo.
¿Estabas convencido que para ser feliz necesitarías una casa con jardín y aparcamiento independiente, con más de seis habitaciones y tres baños? Aquí estoy y también eres mi esclavo.
Otros amos de la misma especie dijeron cosas parecidas y ahora resulta que a él se le ocurre, que no era necesario hacer un compromiso de esclavitud tan largo y exigente.
Esos no son son únicos amos: tiene a las costumbres y las creencias que lo llevan a latigazos limpios por esos días de su vida.
Para ir a gusto por el mundo hay que juzgar todo lo que hacen los demás, le dijo hace poco una de sus amos-costumbre: el vecino es un cretino que se cree listo, anda a todas horas de corbata, cuando en realidad es un vendedor de poca monta.
Mi hijo mayor esto y lo otro, mis hermanos, no veas y a mi pareja ya no sé que adjetivos usar para definirla.
Otros amos-creencias lo llevan también a mal traer por el mundo, usando una plantilla de pensamientos que tiene la siguiente estructura:
“si tal cosa no fuera como es, podría ser de tal manera y entonces el resultado sería diferente”
Esto es aplicable al olfato de los perros y las manchas que tiene la luna, lo que prometen los políticos y la estructura de un hueco negro que se cree, está en el centro de la Vía Láctea.
Antonio es un esclavo muy obediente y a pesar de los castigos corporales y psicológicos que le propinan sus amos cada minuto, él se esfuerza a más no poder por cumplir con todos.
Hay muchos esclavos en las plantaciones y ciudades, en las fábricas e incluso, viviendo en mansiones, doctores y catedráticos.
Todos los días los ve uno arrastrando sus pesadas cadenas y grilletes, y detrás de ellos, una larga fila de amos restallando en sus espaldas los látigos crueles.
Más, a pesar de la aparente resignación, en el aire se percibe una creciente rebeldía. Hay quien asegura que ha visto esclavos mirando hacia dentro.