El maestro más barato.

José Miguel Fernández Nápoles
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El maestro más barato. – Jose Miguel Vale – WebMediums
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Las neurociencias van llegando, con sus lentos pasos de racionalidad y lógica, a las mismas conclusiones que el corazón había llegado hace milenios. Tenía razón mi abuela semianalfabeta cuando se paraba en la ventana que daba al camino: - Heeey, decía sonriendo a los caminantes. ¿van muy lejos? - Sí Señora, nos quedan unas cinco leguas de camino. - Hombre, pues hagan alto y tomen un poco de zumo fresco y un café. - Ah, gracias. Con gusto, decían el hombre y la mujer con un niño. Entraban y se guarecían del sol del Caribe que rajaba las piedras, tomaban algo y seguían agradecidos. Mi abuela sabía que al corazón le sentaba bien la hospitalidad, la fraternidad y la bondad, y no había ido a la escuela a aprenderlo, es un conocimiento que brota solo, si uno está alerta. Hace milenios que los hombres saben que la amabilidad es una caricia al corazón propio, que el daño a otros es una pequeña herida, un puñetazo en el entrecejo que se da uno mismo. Lo sabemos desde siempre, desde que a alguien se le cayó una semilla en el surco de la vida. El corazón es sagrado y es el único maestro. Cada encuentro humano es una oportunidad para practicar lo que hace mucho conocemos, pero hemos olvidado con las prisas de esta era, y nuestros seres queridos, los más cercanos son facilitadores, ellos han venido a darnos la oportunidad de aprender a elegir: podemos juzgarlos, maldecirlos, vociferar que en mala hora tuvimos este padre, ese hermano o aquel cuñado asqueroso, al que debería atropellar un tren cargado de raíles.

También podríamos quedarnos callados rumiando todo lo que no nos gusta: seguramente encontramos a alguien con quien hacerlo, fundamentalmente en ausencia del interesado. Quien sabe cuantas vidas necesitemos para hacer consciente que hay un tercer camino: encontrar el momento oportuno, las palabras adecuadas, la expresión amorosa, para ventilar el asunto. Y adquirir esa habilidad que se necesita para tomar la rienda, esa firmeza para levantar una barrera y no "cantarle las cuarenta" y ejercer nuestro derecho humano más genuíno, que es el derecho a no ir contra nosotros mismos.

Hay otros amigos oásis, ungüentos milagrosos, pócimas del Universo que están ahí para que nosotros podamos recostar la cabeza, para tomar un café y ver como ellos asienten, como siempre están de acuerdo, como están para que no se nos olvide cómo dar un abrazo. Puede ser ese hijo que nunca fue el causante de madrugadas embarradas de aspirina y antidepresivos, la tía que siempre encontró un pretexto. Y otros ejércitos de vecinos, jefes y subordinados, compañeros de camino, encuentros casuales, que una sincronicidad divina hizo que subieran al mismo tren donde vamos.

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Y los libros que vinieron a parar a nuestras manos, un seminario al cual un amigo nos invitó para no ir solo, una película que nos aplastó en la butaca del cine, una historia en el telediario de asesinatos que nos encendió las cenizas de todos los fuegos apagados. Una enfermedad repentina, un accidente tonto, de esos que si fueran reciclables, los mandaríamos a la papelera. Esas pérdidas y sus duelos, los tropezones con farolas y lugares equivocados. ¿Habrá un carpintero en el Universo, capaz de engranar esas piezas? ¿Lo reconoces, te das cuenta?

Pero maestro, lo que se dice Maestro hay sólo uno, que está en ti y en todos, que está ronco de chillar en nuestro pecho, sublimemente paciente, mientras late, absorto en el misterioso silencio que antecede al amor.

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José Miguel Fernández Nápoles

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Cubano, emigrante en España, disfrutando de esta parte de mi vida. Compartir es mi camino.

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Jose Miguel Vale

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Percibo que soy más que cuerpo físico, mental y emocional. No se quien soy, pero SOY MAS, MUCHO MÁS!!

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