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Regreso de la mascarilla en exteriores: ¿Qué plantea la comunidad científica?
Las fechas decembrinas de 2021 simbolizaban el punto fuerte del regreso de la “normalidad relativa” tras la pandemia por COVID-19. Nuevas fiestas que pintaban un contraste diferente a lo vivido en el transcurso del año 2020.
Sin embargo, el descubrimiento y posterior esparcimiento de la variante ómicron ha alertado al mundo y desempolvado viejas medidas de bioseguridad.
Vuelve el uso obligatorio de mascarillas en exteriores
Al inicio de la pandemia, la incertidumbre reinante era imperiosa debido al desconocimiento que se tenía en torno al virus. La rápida propagación del mismo, así como la desinformación y amarillismo impartido en redes sociales u otros medios, nublaba el juicio científico.
Con el tiempo, y más de un año después, la comunidad experta en salud estableció algunos parámetros oficiales acerca de la transmisibilidad del coronavirus.
Gracias a ello, algunas medidas como la desinfección de aceras, muros o ciertas áreas, al igual que el uso de mascarilla en espacios públicos abiertos, fueron desestimadas.
Con el surgimiento de la variante ómicron, el panorama parece estancarse y, a la vez, tomar aspectos del pasado. El regreso de la mascarilla obligatoria en exteriores, es una medida que está siendo evaluada y ejecutada en algunos países europeos, sobre todo en España.
En esencia, se trata de un anuncio que es considerado como impopular, debido a la evidencia científica que existe de respaldo.
Aun así, variedad de gobiernos oficiales han determinado la necesidad de aferrarse a lo anticuado como una especie de “prevención”.
¿Es realmente efectivo el uso de mascarillas en espacios públicos?
Desde el punto de partida de la pandemia, son muchos los estudios e investigaciones científicas concluyentes de diferentes índoles. Cientos de ellos retratan la poca capacidad de transmisibilidad que posee el virus en espacios abiertos.
Mientras se guarden las distancias y procurando algunos métodos higiénicos básicos, el contagio es probable en apenas el 0,1% de los casos.
Por ende, la efectividad de la mascarilla en esas zonas es inverosímil en comparación a los estudios preliminares.
Irlanda y China, uno de esos tantos ejemplos
El Centro de Vigilancia y Protección de la Salud en Irlanda, promovió una monografía valiosa sobre las infecciones al aire libre por coronavirus.
Dentro de ella se plasma que, de más de 230 mil casos, tan solo 262 son producto de contagios en espacios abiertos.
Todo esto en el orden de los primeros 12 meses de la pandemia. Por su parte, China prestó especial vigilancia a esta clase de transmisión en el período entre enero y mayo de 2020.
De los 1245 positivos en esas circunstancias, únicamente se descubrió que dos de ellos resultaron de la exposición a ambientes libres.
Un sondeo similar se realizó en Wuhan, donde de 7000 individuos, tan solo una persona pudo fijarse.
La evidencia científica es sustancial en otros países, con conclusiones parecidas a los dos ejemplos mencionados.
Aun así, organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), continúan haciendo énfasis en el distanciamiento social y el desarrollo de grandes conglomeraciones.
Por consiguiente, no significa que la mascarilla perdió del todo su valor, solo que en espacios públicos no posee relevancia. Con una tasa menor al 0,1% de contagios, el regreso a su usanza obligatoria es una norma drástica y carente de lógica.
Del mismo modo, cabe resaltar que la epidemiología mundial invita y promueve al recordatorio del correcto porte de la mascarilla.
También es un hecho que el virus, y hoy en día la variante ómicron, dispone de una rápida y mejorada dispersión en el aire.
A raíz de ello, la mascarilla se antoja beneficiosa para la población vulnerable o en áreas públicas, pero de alta concurrencia. Basándose en esos detalles, el respaldo del cubrebocas adquiere mayor profundidad al respecto.
Entonces, ¿en qué se basa esta decisión?
Una amplia gama de factores puede apreciarse a la hora de cimentar tal decisión por parte de los gobiernos del mundo. Pero, la más evidente de todas, es la llegada de las fiestas decembrinas y la celebración de las mismas.
Aunque la vacunación es un éxito rotundo en los principales países del mundo, la variante ómicron ha propiciado una nueva incertidumbre.
Aunado al hecho de la flexibilidad en ciertas medidas para prevenir los contagios, la sociedad ha adoptado un compartimiento más sobrio y relajado.
Ómicron ha desencadenado el temor en diferentes gobiernos de importancia, quienes ya están viviendo una sexta ola de contagios.
Tan solo en España se alcanzó recientemente un nuevo récord de positivos por coronavirus, superando la barrera de los 70 mil infectados en un período de 24 horas.
Estados Unidos también se suma a la decisión
España y otros países europeos no son los únicos en sufrir las consecuencias de las fechas navideñas y la llegada de ómicron. En Norteamérica, específicamente en Estados Unidos, algunos estados han adoctrinado esta medida.
Si bien el uso de la mascarilla será obligatorio en espacios públicos cerrados, igualmente simboliza un retraso hacia lo que se pensaba obsoleto. California, Hawái, Nueva York, Washington, Oregón, entre otros, son las entidades federales encasilladas en el decreto.
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en EE. UU. suspendió entre mayo y junio esta modalidad de portar la mascarilla. Pero el advenimiento de la sexta ola de contagios, la variante delta y ahora ómicron, ha desestimado por completo ese hecho.
Refuerzos en vacunación
La inmunidad de rebaño es un objetivo que, con el tiempo, está siendo logrado en grandes países alrededor del globo terráqueo. La decisión de la mascarilla al aire libre está diseñada para complementar un hecho: el aceleramiento del proceso de inmunización.
Sin importar que carezcan de efectividad amparada por la ciencia, está llamada a ser una circunstancia que prevenga un porcentaje de contagios. A su vez, permitirá dar más tiempo para la implementación de nuevos centros de vacunación.
Y no solo eso, sino también identificar a aquellas personas no vacunadas por alguna u otra razón en particular.
De la mano de novedosos planes y estrategias, la normalidad relativa dejará de ser una utopía al mediano plazo. Asimismo, contribuirá fielmente a disminuir la incidencia en aparición de otras variantes del coronavirus.
