Se cumplen 50 años del lanzamiento del Apolo 11

Fermín Gómez
2 min de lectura

El 16 de julio de 1969, hace 50 años, se realizó el lanzamiento del Apolo 11 hacia la Luna, lo cual constituyó un récord absoluto para ese entonces de audiencia televisiva pues más de 500 millones de personas fueron testigos de ese histórico acontecimiento.

El momento culminante del despegue ocupó un total de 31 horas de transmisión en vivo y en directo. Las diferentes cadenas de televisión compitieron entre sí invitando a personalidades de la talla de Isaac Asimov, Arthur C. Clarke y Orson Wellles.

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El cohete partió de la plataforma A del complejo de lanzamiento 39 del Centro Espacial Kennedy. Mientras tanto, un millón de personas, entre los que había 2700 reporteros, periodistas y personalidades, contenían el aliento, soportando el calor y equipados con gafas de sol, telescopios y prismáticos.

Los cinco motores F-1 tardaron nueve segundos en llegar a la máxima potencia, alcanzando un consumo de 13.000 litros de hidrógeno y oxígeno líquidos por segundo. Esos motores eran capaces de producir 3,4 millones de kilogramos de empuje. Los necesarios para vender la fuerza de la gravedad y proporcionar la energía necesaria para arribar hasta nuestro satélite natural.

Doce minutos después de despegue, la misión Apolo 11 estaba en órbita. En la cabina estaban el comandante Neil Armstrong, Buzz Aldrin, piloto del módulo lunar y Michael Collins, piloto del módulo de mando.

Pero había un cuarto “tripulante”. Dentro de la maraña de 24 kilómetros de cables que componían la nave, había un ordenador de siglas AGC (Apollo Guidance Computer), cuyas funciones eran cruciales para el éxito de la misión: debía controlar los sistemas de estabilización, los encendidos del motor, calcular la posición de la nave y dirigir todas las fases del vuelo.

Ese ordenador era un verdadero hito de la ingeniería humana y uno de los puntos más complejos de la misión. Curiosamente, su potencia era ínfima si la comparamos con cualquier smartphone actual. Era dos mil veces más lento, con una velocidad de 2.048 MHz y su memoria era mínima, solo tenía 72 kilobytes para almacenar programas y otros 4 para almacenar datos. Cuando cualquier teléfono móvil de hoy en día tiene varios gigabytes para esas funciones.

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