El curioso no se queja
Si una persona puede entrenarse para estar curioso ante lo que le sucede, ante las circunstancias que aparecen en su vida, las personas que conoce, los retos fortuitos a los que se enfrenta día a día, puede ser que le ocurra algo muy bueno. La curiosidad empuja a saber más sobre algo, a desvelar lo que se esconde tras las apariencias, busca todas las aristas. Pongamos un ejemplo peculiar: Estas a tope de trabajo, eres de esas personas muy ocupadas que dedican muchas horas de su vida a una actividad laboral y tienes varios empleos a los cuales llegas corriendo, uno detrás del otro. Tienes poco tiempo para tu familia, para tu esparcimiento favorito, sueñas con un descanso, con vacaciones, con el domingo aunque sea, para relajarte un poco.
De pronto te constipas y te da una fiebre alta que te obliga a meterte a la cama durante tres días. Aquí tienes dos caminos:
1 Sentirte contrariado y le zumba la berenjena, que "cuando más cansado está el venado, le dan ganas de cagar al perro" maldices tu suerte, llamas a tus mejores amigos y les cuentas que no hay manera de "salir a flote" que eres la mala suerte caminando en dos piernas. Resfriado y contrariado es una mezcla explosiva y por muchos analgésicos que uses, te pones peor y los tres días iniciales se convierten en siete.
2 Desplegar tu curiosidad y abrir tu mente a la posibilidad de que una Inteligencia Superior que está en tu cuerpo, haya desarrollado esa enfermedad para que te sientas obligado a descansar un poco. Entonces, te arropas, bebes cosas calientes, duermes, entrenas el arte de quedarte sin hacer nada, sólo observando.
La curiosidad ante lo que ocurre en tu vida, puede ser un desencadenante que te ayude a dejar atrás la queja y ser un poco más feliz, sólo puede ser.