Iván a la velocidad del sonido
Iván se levantó antes que saliera el sol y comprobó que las ruedas estuvieran infladas con la presión necesaria para amortiguar y a la vez, no tuvieran demasiada resistencia por fricción. Puso la botella con su brebaje favorito en el sostenedor y en la mochila guardó el resto de las dudas a las que quería enfrentarse en el viaje.
Tenía muy claro que para frenar de golpe, era imprescindible hacerlo primero con la rueda trasera y que si apretaba el manillar de la mano izquierda, podría salir despedido por el aire de la armonía que había construido en su relación con Alina. ¿Qué le faltaba al lado de ella?
Y es que la casualidad puede sentarse al lado de cualquiera, en aquel viaje a Madrid en el AVE, y mirar de una forma tan peligrosa como la barranca por donde iba a saltar ahora, a ver si al caer, no supiera doblar bien la rodilla y aterrizaba con la nariz en el polvo, sintiendo como en una fracción de segundo su vida cambiaba de ir en avión a ir en sillón de ruedas.
Se detuvo un rato a pasar el sofoco y beber, a ver si los electrolitos le alcanzaban para convencerse de que lo ocurrido al llegar a Madrid con Sonia, había sido simplemente una avalancha de duendes que abrieron la compuerta de su cerebro rectiliano, donde están enjaulados los instintos primarios.
Allá quien se atreva a lidiar con caballos salvajez después de galopar por la piel de ella, tan suave y misteriosa, descubriendo manantiales y desentrañando el misterio de los pétalos de una rosa. ¿Y de qué hablaron después de la batalla?, le preguntó su amigo Carlos, cuando se lo contó.
Cambió de marchas para remontar la cuesta e iba sintiendo una punzada en los gemelos por el esfuerzo, cuando de pronto recordó el invierno pasado y su viaje con Alina al Templo Funerario de Hatshepsut en el Valle de los Reyes.
Ella de repente se quedó mirando y le tomó suavemente la mano.
- Desde siempre los humanos, hemos creído que si nos amamos seguiremos juntos después de la muerte. Y de pronto los pedales iban por inercia y los recuerdos de las experiencias enriquecedoras, vividas con Alina, sustituyeron el paisaje.
La sexualidad con ella no era una cuesta abajo, ni un salto espectacular por una barranca, para quedar desfallecido al otro lado de la cama, más bien un paseo agradable por el sendero que los llevaba a un lago. Y cuando emprendió el regreso los rayos del sol caían completamente sobre los campos e Iván decidió cambiar un poco la ruta, por otra con menos dificultad, como quien pasea de regreso a casa.