La gaviota que aprendió tres idiomas.

José Miguel Fernández Nápoles
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"La única ley verdadera es la que conduce a la libertad" (J.S.Gaviota)

La gaviota que aprendió tres idiomas. – Jose Miguel Vale – WebMediums
La gaviota y la caracola.

Una gaviota vivía en la playa cercana a la ciudad y le gustaba vivir allí, porque era fácil encontrar restos de alimentos que dejaban las oleadas de bañistas en verano. Y estaba curiosa por el graznido de los humanos que no lograba entender por mucho que se esforzaba.

Cierta tarde cuando se preparaba para dormir, gaviota vio una caracola a la que las olas habían empujado hasta la playa, provocando que se quedara varada. Se acercó, la saludó cortésmente y preguntó si podía ayudar.

  • Si fueras tan amable de ayudarme a regresar al agua, rogó la caracola con voz cansada.

  • Gustosamente, dijo la gaviota y la empujo como pudo con sus alas.

Realmente soy algo más de lo que vez, hija. Dijo la caracola que se notaba aliviada. Tengo poderes sobrenaturales y quisiera concederte un deseo, ¿Qué te gustaría saber?

Nuestra amiga gaviota no lo pensó ni por un instante, porque hacía mucho que quería aprender el idioma de la gente. Y la caracola le concedió el deseo, diciendo también que al pasar treinta noches con sus días, le encantaría volver a ver a su salvadora para saber si estaba a gusto con su nuevo conocimiento.

Esa noche nuestra amiga gaviota durmió en vilo, sobre el mástil de una embarcación anclada en el puerto, esperando que el sol asomara y con él los hombres y su lenguaje.

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Pescadores.

Los primeros en aparecer fueron unos pescadores que venían discutiendo por la forma en que iban a repartir las ganancias.

  • A mí me corresponde la mayor parte porque soy el dueño del barco, dijo un joven alto, de expresión ruda.

  • Ni hablar, saltó enseguida otro un tanto enjuto. Yo tomaré casi todo, porque la red es mía.

Y en ese tono poco amistoso se hicieron a la mar y sus voces se fueron apagando a lo lejos, dejando a la gaviota sumida en un gran asombro.

Al rato llegaron los niños correteando y enseguida se metieron en el agua, mientras una madre le advertía a uno que tuviera cuidado de no meterse en lo profundo porque podía ahogarse.

¡Cuidado, cuidado! repetía constantemente por todo y el niño terminó por parecer asustado.

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Solitario.

Gaviota voló sobre la ciudad y observó que había muchas personas solitarias, que a penas se saludaban unos a otros, que abundaban los reproches y las quejas por todo. Una mujer se quejaba del ruido que hacían los coches, otro señor del calor sofocante en este verano, un joven de que los turistas eran insoportables.

Empezó a sentirse triste y quiso acercarse un poco más, a ver si escuchaba cosas diferentes. Al hacerlo se llevó un susto de muerte porque un joven intentó pegarle con un palo, mientras la insultaba diciendo que todas vosotras sois asquerosas y no hacéis más que dejar excrementos por todas partes.

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Las gaviotas llegaron primero.

Nuestra políglota fue a preguntarle a su abuela, cómo era la vida antes de llegar los hombres y esta tuvo que remontarse a la abuela de su abuela, que fue la que vivió en una costa sin edificios ni farolas y entonces las aguas del mar eran mucho más limpias y en el aire se podía oler el polen de las flores.

Habían pasado ya las treinta noches de que había hablado la caracola y nuestra amiga gaviota tenía en mente lo que le diría al encontrarse. Y entonces la caracola escuchó sus historias y no pareció sorprenderse.

  • Entonces, ¿qué deseas ahora?, le preguntó seriamente.

  • Quisiera dejar de entender el idioma de los hombres y alejarme de ellos, dijo despacio, como quien sabe lo que dice.

Y por un momento la caracola miró a nuestra gaviota fijamente a los ojos y dijo suavemente:

  • Hija, si ese tu deseo, lo respetaré, y a la vez quisiera preguntar. ¿Crees que huir de lo que no nos parece correcto es el camino? ¿Acaso lo fácil es lo que nos aporta una gran cosecha? ¿No estarías curiosa por aprender también a hablar como crees que deberían hacerlo ellos? ¿Tienes miedo de ser diferente?

Ha pasado un tiempo y cuentan que los habitantes de la ciudad que está cerca de la playa, han cambiado mucho su comportamiento, porque resulta que las gaviotas saludan por la mañana a quien se cruce con ellos, les desean un día pleno y sonríen de forma sincera. La amabilidad reina entre los pescadores y los niños se intercambian sus juguetes. En un viejo espigón, afirman algunos que han visto como sonríe una vieja caracola.

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José Miguel Fernández Nápoles

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Cubano, emigrante en España, disfrutando de esta parte de mi vida. Compartir es mi camino.

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Jose Miguel Vale

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Percibo que soy más que cuerpo físico, mental y emocional. No se quien soy, pero SOY MAS, MUCHO MÁS!!

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