Pactos posibles en España.
Confieso, con un poco de vergüenza, que a penas miro la tele. La vergüenza viene de reconocer que la miro un poco, porque hay algo en mí que la rechaza de plano. Hay documentales, algunas películas, y mucha desinformación y basura, entre lo más notorio de este último género, están los telediarios. Y no haré aquí un minucioso análisis del punto de vista porque no soy especialista, ni en eso, ni en nada.
Ahora este maravilloso país donde vivo se zambulle en el proceso electoral y en esa curiosa batalla de los políticos por gobernar lo ingobernable. ¿Cómo puede alguien gobernar a una sociedad que se rige por leyes ciegas? ¿Podría algún gobierno ejercer la democracia, hacer que se cumpla la voluntad de la mayoría, cuando ni siquiera preguntan?
Hay principios que no son exclusivos de ninguna era de la humanidad, hay raíces que sostienen a todos los árboles, olas en todos los mares y los políticos parecen dar la espalda. ¿A caso no es evidente que la estrategia de todos los partidos es buscar lo malo del otro? ¿Cómo pueden llegar a un acuerdo personas que no escuchan, no tienen la más mínima voluntad de reconocer nada positivo en otras organizaciones políticas, otras propuestas?
Hace rato que los domadores de fieras descubrieron que es más efectivo dar premios por buenas conductas, que pegar latigazos para atemorizar y sin embargo, España vive una especie de circo romano donde impera la ley de los vencedores y vencidos. Y las campañas lastran la debilitada economía y muchos recursos que podrían usarse para otros fines, se dilapidan en esos menesteres de batallas pírricas.
Otro gallo cantaría si la voluntad política fuera la gestión efectiva a favor de este gran país y sus maravillosos recursos. A España viene el sol de vacaciones en el invierno y hay playas casi todo el año. Aquí hay un tesoro que escasea en otros lugares del mundo: hay cordialidad y desenfado, comunicación humana entre cualquiera, hospitalidad y esa cálida y cercana forma de ser, que tantos habitantes de más al norte añoran.
¿De izquierda o derecha? perfecto, en la diversidad de formas de mirar la sociedad y la vida, también está la virtud. Y entonces desde el respeto, el entendimiento, el reconocimiento a que cuatro ojos ven más que dos, se puede dialogar y llegar a acuerdos.
Un ilustre y noble norteamericano que nos dejó hace poco, el maestro Stephen Covey, escribió un libro sobre el cual deberían opositar los políticos para ocupar cargos: "Siete hábitos de las personas altamente efectivas" y comprender profundamente que los únicos acuerdos válidos son ganar-ganar, o sea donde todos los involucrados ganen. Y parecería que las personas involucradas en el proceso actual, apuestan por lo contrario.
