Sólo necesito saber lo que soy para ser feliz
Parecemos un enjambre de ratones asustados en un inmenso laboratorio que es la madre Tierra.
¿Creéis que los animales sometidos a una pequeña descarga eléctrica, al intentar alcanzar su comida, comparados con los que la pueden alcanzar sin ser sometidos a la misma, envejecen de la misma forma?
La respuesta es evidente: ¡No!
El animal siente hambre y se acerca a la comida que le ofrecen, pero al intentar alcanzarla, sufre una pequeña descarga eléctrica que no lo mata, pero le provoca una sensación desagradable.
De esa forma aprende que si quiere comer, ha de sufrir y eso le provoca una disyuntiva estresante que los científicos estudian, miden y luego concluyen en lo que parece evidente: ¡el estrés mata!
Si alguien le pega un tiro en la cabeza a otro ser humano, lo juzgan y seguramente lo encarcelan, por ese execrable comportamiento.
Y en la actualidad, hay cerebros macabros, inteligencias retorcidas, o quien sabe si almas que tienen un propósito elevado, para ayudarnos a encontrar lo que hemos perdido.
Todos conocemos que hay una energía potencial en la altura: cuanto más alto está un cuerpo, mayor es ésta. Otra que se denomina potencial elástica, que crece cuanto más se estira una cámara de bicicleta.
Y la tendencia es llevarnos a una posición de equilibrio, de la cual nos ha separado “una fuerza externa”
Es posible que el tirón sea tan fuerte que algo se rompa, y si resiste la energía que lo llevará a la posición de equilibrio es tan grande que una vez alcanzado, puede ser que se pase.
Esta humanidad está siendo “estirada como una cámara de bicicleta” sometida a “una descarga de energía negativa” cuando intentamos amarnos, ser solidarios, vivir de acuerdo a los más elementales principios humanos.
Allá afuera hay “fuerzas externas” que te dicen:
Consume para que encuentres la felicidad.
Cuanto más riquezas materiales tengas, serás más feliz y lo demás no cuenta.
No compartas nada con nadie, el que quiera algo, que lo gane.
Si te salvas tú y tu familia, no hay nada más de que ocuparse.
Tu poder descansa en lo que tienes.
La compasión y la hospitalidad son cosas tontas y muy peligrosas.
Vive y disfruta lo que puedas y olvídate del planeta y de otras formas de vida, y arrasa por donde pases, que no tendrás más oportunidades.
La peor parte de la vida es la vejez y si llegas, te tocará ese calvario.
A la familia hay que mantenerla a raya, alejados prudencialmente, sino, traerá problemas.
Deja a un lado el romanticismo de hacer bien, en todo caso, hazlo para ti.
No tienes nada que crear, ya lo haremos por ti. Deja a la inteligencia artificial que te diga qué hacer.
La bondad es sinónimo de tontería. Espabila y no seas amable que ahí afuera hay un mundo hostil que intenta acribillarte.
Este mundo es sucio y feo, la vida no vale la pena, es una basura y no vale empeñarse en ella.
Escóndete, crea rejas, contraseñas fuertes. Vive en un búnker, no enseñes nada a nadie que lo usará contra ti.
Acapara, atesora, vive pensando que hay escasez de todo y hay que estar muy alerta porque pueden arrebatarte lo más insignificante.
No aceptes nada de nadie, eso son compromisos que te esclavizan, nadie da nada sin querer a cambio algo.
Este es el mensaje que recibimos, de forma muy sutil en los medios de difusión masiva, mayoritariamente en las redes sociales. Ésta es la enseñanza que nos ponen en vena como un gotero, cada día.
Y la liga se estira, la bola se aleja del equilibrio, la temperatura de la olla aumenta y un cambio es inminente.
Ahora viene una pregunta trascendental.
¿La energía potencial que estás acumulando hacia dónde te lleva?
¿A reventar o alcanzar una nueva posición de equilibrio?
Si sientes que crece en tí la necesidad de buscar tu esencia, que cada día es más imperioso escuchar, prestar atención a un reclamo que brota de tu corazón, que vas ganando en confianza sobre lo firme que es el terreno que pisas, entonces déjate guiar por esa fuerza.
Si es el miedo el que impera en tu conducta, cada vez más evidente, con un frío en el estómago que hace tus digestiones lentas y las noches largas e insomnes, si tus ojos no se cierran ni durmiendo por la sospecha de que un franco tirador podría disparar en cualquier momento, pues no pasa nada: reconócelo, enfréntalo de forma resuelta y mírale al entrecejo, verás que es ficticio, irreal y muy vulnerable.
Hay un slogan por ahí que podría ayudarte a reconocer de donde soplan los vientos: “no tendrás nada y serás feliz”A esa interesante aseveración podríamos responder de forma contundente: