Cuento: Buscador de tesoros
Pedro era un pequeño joven que amaba las historias de piratas y tesoros, su abuelo también pero no se veían mucho porque estaban peleado con su hijo.
El padre de pedro lo consideraba un viejo loco que seguía creyendo en piratas y tesoros. Las pocas veces que se veían el anciano le contaba historias de tesoros al muchacho y esto le encantaba a Pedro.
Cuando estaban todos en la habitación del anciano, él les pidió que salgan menos al muchacho.
Como sabia que el joven era el único que le iba a creer le contó la ubicación de un tesoro que jamás habita tocado pero que sabía que existía.
Finalmente el anciano murió y al día siguiente se hizo el entierro. Toda la familia estaba triste, incluso el padre de Pedro que tenía una mala relación con aquel hombre.
Cuando volvieron a la casa había una factura debajo de la puerta que decía desalojo, la familia entro en desesperación, no sabían que hacer.
Como había sabia el anciano, la familia no estaba pasando por un bueno momento económico. Pedro era el único que podía hacer algo.
Una semana después de todo lo que había sucedido el muchacho no aguanto mas y decidió y a ver si lo que su abuelo le había dicho era cierto.
Preparo una mochila con un mapa, comida, una linterna, un buzo por si hacia frió y se dirigió al sitio que le habían indicado.
Pedro llego a la casa del anciano entro y se dirigió al sótano como su abuelo se lo había indicado.
Le contó que estaba agrandando el sótano y sobre una pared iba a encontrar unas tablas, le dijo que las sacara.
El chico siguió las indicaciones de su abuelo, apoyo la linterna apuntando a la pared para tener luz y empezó a retirar las tablas, de apoco empezaron a aparecer pequeños brillos sobre la tierra, Pedro se dio cuenta que era oro lo que brillaba.
El anciano tenia razón había encontrado un tesoro pero no era como los de las historias de piratas, era un tesoro real debajo de su hogar. Pese a que tenía una mala relación con su hijo, el anciano le heredo la casa.
Pedro sabía todo esto y fue corriendo a hablar con su padre, le contó toda la historia, le contó la conversación en el cuarto de hospital con su abuelo y le mostró lo que había encontrado.
Finalmente vendieron las dos casas. La casa del abuelo la vendieron a una compaña de oro que pago muchísimo dinero por el terreno y la otra casa la vendieron porque iban a comprar una mejor casa donde todos pudieran vivir cómodamente y felices.
