Cuento: El viejo solitario
Durante un verano una familia decidió irse a disfrutar una casa familiar en una de las playas en Grecia.
La familia estaba compuesta por los dos padres y tres chicos llamados Tomas, Eric y Diego.
El viaje desde su hogar hasta la casa de veraniego duraba alrededor de cuatro horas en auto.
Realmente era una travesía agotadora, cuando llegaron ya estaba oscureciendo así que lo único que hicieron fue descargar las cosas y acostarse a dormir.
La mañana siguiente un golpeteo fue levantando a los chicos, en la ventana de su habitación había un pequeño gatito tratando de entrar, además, gracias que no tenían ni cortinas, ni persiana los chicos no demoraron mucho en despertarse.
Después de desayunar salieron a jugar pero no había absolutamente nada que hacer, se encontraban en una solitaria casita en el medio de una playa desierta.
Lo único que veían era otra casa no muy lejos de donde estaban, que parecía estar abandonada.
Los chicos notaron que la casa tenía unos cuantos juegos como hamacas, toboganes y esas cosas, así que fueron a jugar ahí.
Mientras que jugaban de repente salio un viejo solitario y los echo a gritos. Los niños corrieron a la casa y le contaron lo que sucedió a los padres.
Al otro día el gato volvió a aparecer en la ventana así que los niños se volvieron a levantar temprano.
Tomas no podía creer lo que había pasado así que convenció a los otros para que volvieran a la casa del anciano.
Llegaron y se pusieron a jugar como si nada, otra vez el viejo solitario salio a echarlos pero esta vez Tomas tomo la iniciativa y le pregunto al anciano porque no los dejaba jugar en los juegos.
El anciano contestó: “Esta casa es mía y yo hago lo que quiero con mis cosas, váyanse”
Tomas y el anciano empezaron a discutir hasta que finalmente con un comentario del chico el anciano se rió, radicalmente la cara del hombre se trasformo y dibujo una enorme sonrisa en sus mejillas.
El hombre solamente necesitaba charlar un poco, cada mes los chicos le pedían a sus padres para ir a la casa de la playa, así podían ir a hacerle compaña al anciano, como los padres apoyaban este tipo de comportamientos cada mes los llevaban un fin de semana para que vean al viejo solitario.