Pedaleando hacia el barranco
Si hay viento en contra y vas cuesta arriba, cambia de marcha
A veces la vida pone delante de tus narices algunas oportunidades, retos que no es obligatorio saltar y simplemente es muy bueno observar. ¿Qué pasa, que eres joven y tus padres no se ponen en tus chanclas? ¿No entiendes para que carajo es necesario quemarse las pestañas estudiando una carrera universitaria de cinco años, si al final te resultará muy difícil encontrar un trabajo? ¿Tu padre ha dicho que si no estudias tendrás que buscar un empleo y encima aportar dinero a la economía familiar? ¿Te siente ahogado, impotente, no sabes hacia dónde tomar?
¿Has llegado a la ancianidad solo, sientes que tus reservas de salud, de energía, de capacidad para valerte por ti mismo, están en el límite? ¿Tus hijos no se acuerdan de ti, o no tuviste hijos? ¿Te siente ignorado, cargas una tonelada de impotencia cada vez que amanece y andas con ella a cuestas todo el día? ¿Ha dicho el médico que, como mucho te quedan unos meses, que tienes una enfermedad grave y no hay absolutamente nada que hacer?
Cambiar de marcha es buscar otra combinación, mirar desde otro ángulo, transformar el desespero en asombro, la impotencia en curiosidad: ¿Qué puedo hacer para cambiar esta circunstancia? ¿Nada? ¿Entonces qué sentido tiene que me disguste, que me enfade, que me sienta triste? ¿Soy capaz de controlar un poco mis emociones, mis pensamientos, mis sentimientos? ¿Podría tomar un tiempo a mi favor, unos minutos, unas horas, unos días, y pasado ese descanso, volver a enfocar las posibles soluciones a mis retos?
Si vas cuesta abajo y el viento es favorable, disfruta y reserva energía.
Son esos períodos de la vida en que todo fluye, las cosas salen bien como por encanto, aparecen las personas adecuadas, las circunstancias favorables ¿Tienes una pareja que es un encanto, la economía marcha de forma sorprendentemente bien, tu familia es armónica y equilibrada? ¿Tu salud es de hierro y te sobra energía para todo?
Disfruta de la brisa fresca, y ten la humildad de seguir buscando cual es el verdadero motivo de tus emociones, tus sentimientos. ¿Crees desde el fondo de tu corazón que las cifras de tu cuenta bancaria, te hacen feliz? ¿Has creado barreras económicas por miedo, sientes la imperiosa necesidad de estar seguro o la remuneración ha venido porque te propusiste brindar un servicio de calidad y satisfacer una necesidad?
Ajusta las marchas, sé precavido, no pierdas de vista tu meta y jamás dejes de dar a los pedales.
La vida tiene una impresionante similitud con las cosas más sencillas que vivimos a diario, con la dualidad de la noche y el día, el invierno y el verano, la vigilia y el sueño. No pedalees hacia el barranco de creer que puedes todo, que sabes todo, que puedes entender todo.
La vida es una oportunidad de posicionarnos de tal manera ante ella, que la curiosidad sea vencedora ante el miedo, la sorpresa salga ganando al medirse con el disgusto y el enfado y sobre todo, que alcance la humildad para hacer consciente que hay una inteligencia superior, una entidad a la cual no tenemos acceso totalmente, y es quien de verdad nos guía. Esa inteligencia somos nosotros mismos, cuando dejamos de creer que somos solamente, el que piensa, el que ve y huele, el que toca y saborea, el que mira y se estremece, el que teme y cree llevar las riendas.