Tu empresa eres tú.
Sería bueno hacerse unas preguntas: ¿Qué puedo aportar a otros seres humanos? ¿Para qué puede servir lo que aporte? ¿Qué tiene de exclusivo mi aporte?
¿Cuántas personas en mi ciudad serían capaces de barrer las calles, cuántas podrían hacer una operación del corazón, cuántas podrían pilotar un avión? Y es evidente que las respuestas serían diferentes. O sea, ¿qué grado de especialización requiere aquello que yo podría hacer para prestar un servicio? Entonces si estás pensando en prestar un servicio, vas por buen camino y si te das cuenta que recibirás a cambio una remuneración, tus razonamientos son justos y acertados. Ahora bien: ¿Estás preparado para brindar un servicio, hay demanda, existe la necesidad real?
Las respuestas son muy variadas y he observado que las personas a veces no son conscientes de ellas, por tanto se lanzan al ruedo sin ninguna idea y fracasan una y otra vez, hasta que se dan cuenta.
Todos los Seres Humanos somos divinos, únicos e irrepetibles y tenemos dones y talentos, pero no estoy hablando de García Marquez o Leo Da Vinci, ni de Antonio Stradivari, no, estoy hablando de todos, incluidos tú y yo. Hay algo en lo que destacamos, algo que se nos da bien, para la cual tenemos gracia y los demás lo reconocen. ¿Cómo puedes encontrarlo?
Sobre todas las particularidades que tiene un don y talento se destaca, que te gusta hacerlo. Vale, dices tú -pues me gusta beber cerveza, viajar en un crucero de lujo, pasarme el verano tumbado en una playa, comiendo chuletas de cordero y mirando muchachas semiencueras. Hombre, claro. Y me refiero a algo en lo que puedas prestar un servicio, alguna manera de ser útil, satisfacer una necesidad de alguien.
¿Hay algo que puedas hacer, para lo cual estés preparado, algo que satisfaga una necesidad humana, que tenga demanda en el mercado, algo donde seas competitivo, algo que sepas hacer de tal forma que no hayan muchos que te aventajen haciéndolo?
Tengas la edad que tengas, vivas donde vivas, sean cuales sean tus circunstancias, si te centras en servir a las personas en sus justas necesidades y lo haces poniendo el corazón, si crees en ti y tienes confianza en la vida, entonces y sólo entonces, serás tu mayor activo. Nunca faltará quien diga que no puedes, que no sabes, que estás perdiendo el tiempo, que te busques algo donde romperte el lomo de verdad, que eso es lo que da zumo, que no sueñes y pongas los pies en el suelo, que bajes de esa nube.
Cuando todos te fallen: tus padres, tus familiares, tu pareja, tus amigos, tus vecinos, tus compañeros, medio mundo diciendo que trabajes duro, que encuentres a alguien que te haga el favor de emplearte, que no discutas mucho las condiciones y te muestres agradecido por la migaja que se le ocurra darte, diles ¡vale!, se que me lo dices por mi bien y que me quieres, y sigue averiguando qué hay en tu divinidad que pudiera ser útil para otros, sigue elevando tus propias banderas y no te rindas, porque sin duda alguna, en la empresa de tu vida, eres tu mejor y mayor activo.
