Conduciendo a ciegas

José Miguel Fernández Nápoles
2 min de lectura
Conduciendo a ciegas – Jose Miguel Vale – WebMediums
No se ve una mierda.

A veces viajamos por los días, como por una carretera con mucha niebla, con las manos aferradas al volante de una quimera, un sueño fugaz e inalcanzable.

Con esa sensación insoportable que provoca un vacío en la boca del estómago, que parece presagiar un inminente peligro, un animal mitológico del tamaño de una montaña que nos aplastara irremisiblemente.

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Me va a comer si o si.

A veces las sombras de la noche parecen brotar desde dentro y envolver nuestra vida, empeñarse en activar la amígdala, igual que sucedía a nuestros ancestros, ante la presencia de un dino y que toda la sangre fluyera a nuestros músculos para preparar la huida o la cruel batalla, donde un colmillo afilado nos cercenará una carótida en un segundo.

Vamos así por la vida como carvatillo por el bosque, como el polluelo de una paloma cuándo siente el águila revolotear.

Y es que, en el momento en que la noche es más oscura, amanece.

Es en ese momento que podemos ganar el cielo, es el momento de descargar los pesados fardos, enfrentar los míseros retos, cuándo al fin nos demos cuenta qué es la fe la que nos salva.

La fe no es una creencia tonta y sin sentido que brota de la mente, no es una resignación cobarde que se pliega ante el maleficio, es la percepción de un corazón saludable que ha llegado a su punto álgido y SABE que hay una inteligencia superior en todo lo que ocurre, sabe que no hay errores, ni subterfugios, que no hay casualidades ni castigos.
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Si todo eso es casual, yo soy una hormiga.

La fe verdadera se manifiesta acompañada de una comitiva: paz interior, alegría de vivir, bondad sin límites e inmenso agradecimiento!!

A veces en el camino incierto de la vida, la fe pone en mi pecho el misterioso tamborileo de mis latidos. Entonces me pongo curioso, asombrado y humilde ante la magnificencia y la infinita misericordia de la inteligencia divina.

¡¡Gracias Universo!!

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